A lo largo del siglo pasado y principios de éste se han
desarrollado, en diversas partes del mundo, una serie de estudios e
investigaciones en torno a las formas de aprender del ser humano y, particularmente,
el niño.Algunas de ellas han tenido importantes seguidores y replicadores en
contextos particulares.
Los resultados de estas investigaciones (y sus réplicas) han
servido a los gobiernos para determinar algunas reformas educativas más o menos
profundas. México no es la excepción, aunque en nuestro país haya gran
diferencia temporal entre los descubrimientos y la instrumentación de reformas.
Así, podemos identificar que la Reforma Educativa de 1972
toma como sustento una gran parte de la teoría conductista y la programación
por objetivos. Los métodos de enseñanza se proponían en consecuencia. Las
actividades propuestas eran repetitivas y mecánicas. La reflexión, la
socialización y la negociación de significados con respeto a las diferencias individuales
y contextuales no eran características de las escuelas.
Hacia finales de la década de los setenta, la de los ochenta
e inicios de los noventa del siglo pasado se realizan en el país intentos de modificar
la práctica de los profesores a partir de propuestas y proyectos interesantes
que tomaban como sustento las teorías del aprendizaje por descubrimiento, del
aprendizaje significativo, el cognoscitivismo, el constructivismo e incluso el
aprendizaje social. Fue hasta 1992 que oficialmente se establece la
Modernización Educativa, que en su aspecto pedagógico, retoma estas propuestas
para hacerlas generales a todas las escuelas y aulas del país.
Se inicia entonces una importante política de formación de
docentes que pretende dotarles de herramientas teóricas y metodológicas para
promover en los y las estudiantes la construcción de aprendizajes
significativos y relevantes, que chocó con la tradición pedagógica y la inercia
de la forma de trabajo de los y las profesoras, además de con la concepción de
formación inicial de profesores como terminal.
Es ya en el presente siglo que el Estado, frente a presiones
económicas, políticas, culturales y sociales mundiales, vuelve la mirada al
sistema educativo como la posibilidad de formación de individuos competentes
para enfrentar la complejidad y rapidez de los procesos de cambio en distintos
ámbitos, además con una actitud reflexiva y crítica que le permita resolver
problemas.
Este modelo de ciudadano requiere ser formado de manera
integral, es decir, se requiere un ser humano capaz de ser, hacer, conocer y
convivir (o vivir juntos). Para ello, parece seruna formación a través de una
metodología socio constructivista la que brinda las mayores posibilidades de
cubrir todas estas expectativas.
Hablar de la competencia para la convivencia humana y la
competencia para vivir en sociedad (acuerdo 592) implica reconocer al Otro y "aprender con
otros" (aprendizaje colaborativo), recoger sus puntos de vista, además de
socializar con "otros"
(iguales o expertos), según lo mencionado por Pere Márquez y accionar en
consecuencia.
La competencia para el manejo de la información tiene que ver tanto con la
interacción de las ideas, representaciones y valores como con su procesamiento
a partir del lenguaje (explicación y argumentación. El manejo de las
situaciones está íntimamente relacionado con los aspectos anteriores.
Por último, y
fundamentalmente, la posibilidad de generar aprendizajes a partir de la
continua relación con el otro y con el contexto generará la posibilidad de un aprendizaje
permanente, uno de los principales postulados de la actual reforma de la
educación en nuestro país.
Si bien en el discurso
parece tan claro y sencillo, el sistema educativo habrá que instrumentar una
serie de políticas tendientes al logro de estos planteamientos, tomando como un
aspecto principal la parte humana, para una sociedad mejor y no basada en la
competitividad, sino en la competencia, concebida como la “Capacidad
adaptativa, cognitiva y conductual que despliega un sujeto (sic)como respuesta
a una demanda y que se observa en un desempeño concreto…que incluye un saber pensar para poder hacer, ser y vivir en sociedad”[1]
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